13/5/14

LOS LIMITES Y EL CONYUGE

El concepto de límites proviene de la naturaleza misma de Dios. Él se define como un ser único e independiente, con responsabilidad propia. Define y asume la responsabilidad de su persona al decirnos lo que piensa, siente, planifica, permite y no permite, lo que le agrada y lo que le desagrada.
Además tiene límites dentro de la Trinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo son uno, pero al mismo tiempo cada uno es una persona distinta y tienen a su vez sus respectivos límites. Cada uno tiene su propia personalidad y responsabilidad, así como también tiene una conexión y amor entre sí (Juan 17:24).

Si existe una relación donde es fácil confundir los límites, es en el matrimonio, donde por su propia voluntad, el hombre y la mujer llegan a “ser un solo cuerpo.”
“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne” (Efesios 5:31).
Los límites fomentan la separación, en tanto que uno de los objetivos del matrimonio es abandonar la separación y convertirse en uno, dejando de ser dos. Los matrimonios fracasan más por límites frágiles que por ningún otro motivo. Veamos las 10 leyes de los límites:

1. Ley de la Siembra y la Cosecha. “Cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6:7-8).

2. Ley de la Responsabilidad. Comprende el amarse mutuamente (Juan 15:12).

3. Ley del Poder. Es la manifestación divina en el ser humano que ha tenido un encuentro con el Señor y como tal, ha sido capacitado por Él (Hechos 1:8).

4. Ley del Respeto. Es un valor inevitable para la sana convivencia familiar. Su desconocimiento traerá contradicciones y muchas dificultades en la relación de pareja.

5. Ley de la Motivación. El ser humano es eminentemente emocional y como tal, requiere ser motivado, admirado, valorado y reconocido en lo que hace bueno para poder corregir con agrado sus errores.

6. Ley de la Evaluación. Toda actividad que realizamos amerita una evaluación que nos permite corregir y mejorar resultados. Para nuestro caso, se hace necesario periódicamente autoevaluarnos y asistir y participar en actividades que nos ayuden a mejorar la calidad de vida en pareja.

7. Ley de la Proactividad. Las personas proactivas constantemente están proponiendo el mejoramiento de sus relaciones y no están en la actitud reactiva de responder con agresiones.

8. Ley de la Envidia. Esta zorrilla es sutil y por ende, debemos asegurarnos que no hayan agujeros en nuestra relación de pareja que permita que la envidia por los logros, ingresos, afectos y cualquier otra razón, sean motivo para dañar la buena relación de pareja.

9. Ley de la Actividad. La vida en pareja amerita una continua actividad socioespiritual, que trae bendición en todo lo que hace partiendo del común acuerdo, recordando que ya no son dos sino uno (una sola carne).

10. Ley de la Procreación. Cuando nos unimos como matrimonio, hay un fin implícito de multiplicación incluido en la bendición de la primera pareja en el Huerto del Edén. A partir de ese momento, esta ley tiene que ser reconocida y aceptada en todas las generaciones para que la especie humana no se extinga por falta de nuevos pobladores del planeta, pero esta procreación debe ser responsable, es decir, planificada y bajo la dirección de Dios, no puede ser irresponsable ni al azar.

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